Deseos
Insultantes son los destellos de la luna,
que pueden tocar tu cuerpo desnudo,
tan lejano a los ruidos de los vientos,
que buscan el consuelo de su amor extraviado,
hace mil siglos,
en los lejanos horizontes,
en los altos cielos.
Mi mirada se adormece sintiendo el aroma de
esta habitación,
que se inundan con el perfume de tu cuerpo
como primaveras liberadas del yugo del invierno.
Floridos campos que desatan el sagrado deseo del beso
eterno,
pétalos que no marchitan su carne, permaneciendo
siempre en los botones del gran deseo
de encontrar el amor como néctares, vestidos de café
intenso.
Beso tu piel quedando mis huellas en cada lugar secreto
de ti mujer de pechos dorados, como soles que queman mis pensamientos
de tener la osada travesía por cada rincón de tus huesos,
tapizados
con las sedas del oriente de incógnito,
secreto.
Besamos el silencio,
arrodillamos el tiempo,
amaneciendo en la fusión de pócimas hechas de corazón
y agua hirviendo.
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