ESPIGA DORADA
¡Pero qué manantial eterno
brota de tu canto!
fina poetisa
que sabes cabalgar
las sendas de la poesía.
Que estremeces mi alma
con tu llanto derramado
por el amor de tus amores.
Que te entregas al río
que murmura voces
y te dejas arrastrar
en sus aguas que suspiran.
Eres luz para mi pluma
volcada como un llanto
en la noche mística.
Has abierto grietas en mi alma
con los sones
de tu voz de aurora
y ha penetrado
la esencia de tu numen
en mis vacíos de invierno.
Has entibiado insigne poetisa
la frialdad de mi tintero,
y le has dado vida
a mis letras en agonía.
Grande es tu nombre
aunque lo hayan silenciado.
Grande tu inspiración
que vagó por las calles
del desamor.
Te conocieron las estrellas
mientras la cadencia
de tus versos se ahogaba...
Te conoció la luna
al doblar de las campanas
que llamaban a la oración
por tu ausencia prematura.
Poetisa que te fuiste
hacia el cielo de tu nación.
Ahora te nombran
con sollozos de desventura.
Ahora te reconocen
las voces que se unieron
para ensalzarte.
Eres al fin una espiga dorada
que se alza en la sombra.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a una poetisa
que falleció prematuramente
De mi poemario
"Nuestro huerto de música y versos"
Derechos reservados
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