Expíación.
Como la tejedora, que crea mantos viriles, de lanas crudas
de larga historia.
Como el parronal, tuerce sus troncos, buscando el triunfo de los
rayos luminosos, que visitan sus frutos generosos.
En lo años.
En los siglos.
Así, he construido mi vida, en estas tierras de extensa memoria.
Mi vida.
Mi amada vida, de largos caminos recorridos.
De duras pruebas, de un extraño destino.
Buscando la plena felicidad ,que muy poco ha llegado a mis
dominios.
Que mas importa, si no es lo que soñé, para mis alegrias.
Que importa.
Mejor bebo lo lleno.
y no ansío lo vacio.
Si antes lloré, por lo ido.
Hoy he comprendido ,que si no llega el sueño divino.
Puedo escribir sobre amores, que desnudo en cuartos vacios.
Si.
Si ,hoy ya convencido, que lo alegre no posee ley, ni gitanas
que leen el destino.
Hoy soy el caminante alegre, que pellizca los frutos del camino.
Porque en las mañanas, cuando mis andanzas, me conducen
a la imaginación encendida.
Canto por el amor de mi vida.
Quizás imaginario.
Quizás real ,divino.
Pero mio.
Mio.
Como un pequeño artista, de los barrios, a estas horas sin gentío.
Canto por el cantar, de pájaros que no he conocido.
Que más da.
Que más.
Es mi expiación por lo suifrido.
Porque ya he entendido, que la felicidad, es cruzar las miradas,
con aquella mujer, de falda corta ,con tacos subidos.
Vivo.
Vivo mi vida, y amo lo aprendido.
Porque hoy puedo escribir, sobre la esencia de lo
que he crecido.
Como hombre.
Como un aventurero de morena piel, como moras dulces,
desde cordilleras vivas traídos.
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