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SECRETOS   DEL ALMA

Poemas y Relatos Reales o imaginados para deleite de todos

 

Mi mente gritaba: ¡sal de ahí!
SE
Sara y Eduardo <hola@integramentelibres.com>
Mar 05/27/2025 1:39 PM

Ayer te hablé de la importancia de marcarse un propósito alineado con tu ser auténtico.

Y te comenté que Eduardo y yo hace años nos marcamos como propósito trascender las barreras del ego.

Es por eso que, cuando el ego no nos está zarandeando, somos nosotros quienes lo zarandeamos a él.

Llevamos una temporada la mar de tranquilos, así que el domingo decidimos darnos un baño en agua helada.

La terapia de exposición al frío ofrece múltiples beneficios para la salud.

Pero hace cosa de 6 años nos apuntamos a un curso para darnos un baño de hielo, y fue una de las experiencias más horribles de mi vida.

Según entré en la bañera, sentí como si me atravesaran un millón de agujas por el cuerpo.

El dolor era insoportable y tuve que salir de ahí a los 10 segundos.

A Eduardo le pasó lo mismo.

Fue una toma de conciencia brutal sobre lo debilitados que estaban nuestros cuerpos.

El resto de los asistentes no sufría tanto como nosotros.

Así que nos propusimos ir adaptando nuestros cuerpos gradualmente al frío.

En verano es fácil, con el calor apetece el agua fría.

Y el agua en nuestra casa sale mínimo a 21 °C en verano.

El problema es sostenerlo en invierno.

Y más viviendo en “Invernalia”.

Nuestra casa es fría de pelotas.

Solo tenemos una chimenea de leña que calienta un metro cuadrado alrededor.

El resto de la casa está fría como un témpano.

Y además, como somos “gatólicos”, les dejamos a nuestros gatos la ventana de la cocina abierta para que entren y salgan cuando quieran.

Así que, entre la poca calefacción y la gran fuga térmica de la cocina, nuestra casa es una nevera.

Estar todo el día helado no ayuda a querer ducharte encima con agua aún más fría.

Así que, en estos años, nos hemos conformado con la adaptación gradual al frío que hemos tenido por vivir en esta casa.

De hecho, nos hemos dado cuenta del cambio.

En entretiempo me veo en tirantes cuando me cruzo con personas con abrigo.

Es buena señal.

Porque yo era de las que llevaba manga larga en las noches de verano cuando el resto de mis amigas estaban con abanicos, sofocadas.

Así que nos sentíamos valientes, y el domingo decidimos ponernos de nuevo a prueba.

Eduardo se propuso aguantar 3 minutos en la bañera, y lo logró.

Eso sí, tuvo una lucha mortal contra su ego.

Yo, que lo veía desde fuera, veía su cara transformarse en un ego en pánico.

Yo decidí aguantar lo que aguantara, sin ponerme ninguna meta.

ERROR.

Según entré, comenzó mi lucha mental contra el ego:

— “Esto es un infierno, sal de aquí, insensata”.

— “Duele, duele, duele”.

— “¿Por qué mierdas estoy haciendo esto?”

— “Esto es insoportable, ¡huye!”

Una emoción horrible me invadió, y cuando casi estallo a llorar, sucumbí.

Salí escopetada.

No aguanté ni 30 segundos.

Me fui de ahí doblemente apaleada.

Por el frío y por la mente.

Moralmente derrumbada.

Había ganado la batalla el ego.

Al sol me di permiso para entrar en calor y dejar ir esa emoción que me invadió.

Tuve que darme permiso para llorar.

No sabía ni por qué era.

Solo necesitaba llorar.

Después de eso, me quedé serena.

Pero con una espinita clavada.

No quería que me volviera a ganar el ego.

Así que decidí volver a entrar.

Esta vez con una meta en mente:

1 minuto.

No me iba a exigir más.

Entré con mi objetivo claro.

Enfocada al máximo.

Comencé a respirar tal y como me habían recomendado.

Primero por la boca y luego por la nariz.

Escuchaba al profesor diciéndome:

“Ahora sí, lo estás haciendo genial, lo has conseguido”.

El cuerpo comenzaba a doler, pero tenía una estrella polar que seguir.

No quería lograrlo para sentirme superior a nadie.

Quería lograrlo para reforzar en mi mente que realmente puedo hacer lo que quiera.

Si es que realmente quiero hacerlo.

No aguanté el minuto.

¡Aguanté 1:05! :)

Fue duro, no lo voy a negar.

Fui la que menos aguantó de todos, eso también es cierto.

El resto parecían monjes zen meditando en hielo durante 3 minutos o más.

Pero ahora sé que solo debo compararme conmigo misma.

La primera vez aguanté 5 segundos.

Esta vez he sumado un minuto a mi aguante.

Así que, como hemos visto que esto es algo que nos saca los demonios de verdad, hemos tomado una decisión:

Nos hemos comprado un arcón congelador para darnos baños de hielo en nuestra casa.

Nos va a tocar dejar ir muuuuuuuuucho cada día.

Pero para eso estamos entrenados.

Tú puedes entrenar el dejar ir para lo que quieras.

No tienes que meterte en hielo.

Si logras dejar sufrir por las reacciones heladas de otros, ya es un triunfazo.

 

Aquí

 

Con amor, Sara y Eduardo

 

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