Perdón.
Perdón alma mia.
Perdón.
No comprendía que debía
dejarte volar entre mis silbidos
Por años,
por siglos,
te encerré en celdas sin sonidos.
Te obligué a no volar , por temor
a los murmullos de los ríos.
Perdón alma mía
Perdón.
Ahora comprendo tu angustia.
Ahora comprendo tu tristeza,
en las escalinatas de la vida.
Si lo que deseabas era volar
entre tintas de rocíos.
Te libero alma mía.
Te dejo en los caminos del
amanecer pensativo,
en las miradas perdidas,
en las arenas de playas
de la lejanía.
En aquel lugar donde aman
tu canto de amor, oculto por
mil tiempos,
del bullicioso gentío.
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