¡Mirando al horizonte, te perdí el norte!
¡Que tristeza la mía!, al ver que te fuiste
sin volver la vista atrás, mi desilusión fue gigante,
yo, con la mirada perdida, al interminable horizonte,
cielo rojizo que se oscurece
reflejándose en sus aguas cristalinas.
Las casas blancas y marrones del pueblo,
sostenidas bajo una base de piedra plomiza
sujetada a su vez, por ese mar magnánimo maravilloso
ese piélago granate jaspeado de blanco,
Puerto donde se encuentran y se despiden las personas
para esperar a que pase el barco y montarse
para iniciar el viaje de sus sueños
en ese trayecto pusieron mucho empeño
iba a ser una travesía de ensueño.
En otro yate como ese,
viajaba mi gran amor
sin fijarse en mi presencia, se marchó
de mi, nunca jamás se despidió,
mi tristeza se incrementó
Autora: Sofi Piris
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