Te
regocija
el equilibrio de la perseverancia,
sin importar que algún bostezo expire entre los brazos desnudos.
O cerca
de los pinceles dormidos.
Sin embargo liberas la autonomía entre los alborozos
que se emancipan al instante
triunfal.
Luego callas,
porque intentas aferrarte al delirio de tu costumbre.
El
mismo que creas
con tu voz interior, mientras escuchas los latidos
del pecho.
De
todas maneras, y en tu sano juicio,
ensueñas la luna, para que relumbre el polvo de azahar de la piel.
Autor: Fabián Irusta (Villa Maza, Buenos Aires Argentina) D/R
Obra de arte:
Darío Agüero (Ramos Mejía, Buenos Aires, Argentina) D/R
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