Mujeres de la Patria
Desde los tiempos de las Invasiones Inglesas y durante las luchas por la Independencia, nobles y valerosas mujeres participaron de diversas acciones; algunas obtuvieron el reconocimiento de la Historia, otras no; justo es recordarlas en su día.
En la defensa de Buenos Aires ante la Invasión de las tropas inglesas se destacaron:
Manuela Pedraza, cuyo nombre completo era Manuela Hurtado y Pedraza, nacida en Tucumán en 1770, apodada La Tucumanesa. Se cree que llegó a Buenos para escapar de la condena social en su ciudad por ser madre soltera. Fue vecina de Ana Perichon, (la amante de Santiago de Liniers), participó junto a su marido integrando el regimiento de Blandengues en la batalla más dura y larga de la reconquista, los días 10, 11 y 12 de agosto de 1806. En la misma muere su esposo y ella consigue matar a quien lo había herido de muerte, y además, fusil en mano, persiguió al pelotón enemigo provocándole otras bajas. Su acción es reconocida por Liniers, que la nombra alférez: "No debe omitirse el nombre de la mujer de un cabo de Asamblea, llamada Manuela la Tucumanesa, que combatiendo al lado de su marido con sublime entereza mató un inglés del que me presentó el fusil", y también por el Rey Carlos IV. Pese a ello Manuela terminaría sus días vagando en la indigencia por las calles porteñas el 17 de marzo de 1850.
Martina Céspedes, propietaria de una pulpería, mediante engaños y con la ayuda de sus hijas capturo a una docena de soldados ingleses, durante la invasión de 1807, de los cuales entrego 11 al Virrey Liniers, reservando uno para que se casara con su hija Josefa. Fue nombrada Defensora de Buenos Aires y Alférez del Ejército. Se la vio por última vez en la procesión de Corpus Cristi de 1825 junto al Gral. Gregorio De Las Heras
Águeda Tejerina de Posse, hija del español Fermín de Tejerina y Barrera y la tucumana María Teresa Chaves Domínguez. Se casó con el acaudalado español Manuel Posse. Movilizó el apoyo de sus coprovincianas a la defensa de Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas de 1807. Desde Tucumán se enviaron cerca de 1.600 soldados a Buenos Aires para luchar contra los invasores.
A partir de 1810 otras más se involucraron en las luchas de la Independencia junto Manuel Belgrano; podemos destacar a:
Gregoria Pérez, nacida en Santa Fe y casada con Juan Ventura Denis, propietario de un campo a orillas del río Feliciano. Al fallecer su marido se hizo cargo ella, y cuando el Gral. Belgrano paso con destino al Paraguay, Gregoria a través de uno de sus hijos le envió una carta al mismo poniendo a sus disposición, empleados y hacienda para el Ejército, algo que Don Manuel agradecería en otra misiva: “Vd. ha conmovido todos los sentimientos de ternura y gratitud de mi corazón, al manifestarme los suyos tan llenos del más generoso patriotismo. La junta colocará a usted en el catálogo de los beneméritos de la patria, para ejemplo de los poderosos que la miran con frialdad". En sus campos se fundaría Santa Elena luego. Es considerada la primera Dama Patricia Argentina.
María Remedios Del Valle (La madre de la Patria), parda según la división de castas de la época, vivió entre 1788/87 a 1847. Durante la primer invasión inglesa auxilió al Tercio de Andaluces, custodiando sus mochilas para que el avance sea más rápido. Luego de la Revolución de Mayo se incorpora a la 6.ª Compañía de artillería volante del Regimiento de Artillería de la Patria al mando del capitán Bernardo Joaquín de Anzoátegui, acompañando a su marido y sus dos hijos (uno adoptivo), quienes no sobrevivirían a la campaña, sirviendo aún después de la derrota de Huaqui. Si Bien Belgrano no la acepto cuando se le presento previo a la batalla de Tucumán, ella igual estuvo presente en la vanguardia acompañando y alentando a los soldados que la bautizaron como “La Madre De La Patria”. El Gral. la nombra entonces Capitana de su ejército, y estuvo en Salta, Vilcapugio y Ayohuma, pasando a la historia con sus hijas, (de las cuales no quedaron rastros ni de sus nombres) según algunos historiadores, como las Niñas de Ayohuma. Regresó a Buenos Aires para vivir en la mendicidad hasta que un día la encontró en la calle el Gral. Viamonte, quien tras largos trámites consiguió que le otorguen una pensión, capítulo aparte de las miserias políticas es el triste debate sobre el tema en la legislatura de Buenos Aires.
Juana Gabriela Moro, esta salteña fue una de las organizadoras del grupo de mujeres que realizaron tareas de espionaje para la fuerzas patriotas. Hábil para la conquista, sedujo a oficiales realistas consiguiendo que abandonaran esa fuerza y se retiraran, o se pasaran al bando patriota. Uno de ellos, Juan José Feliciano Alejo Fernández Campero, marqués de Yavi, abandonó el campo de batalla en Salta en 20 de febrero de 1813, facilitando el avance y posterior victoria de Belgrano. Tras las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, las tropas de Pío Tristán ocuparon Salta, y ella organizó la red de espionaje junto a María Loreto Sánchez Peón. Red de la que participaron, entre otras, Gertrudis Medeiros, Celedonia Pacheco y Melo, Magdalena Güemes, Juana Torino, María Petrona Arias, Martina Silva de Gurruchaga y Andrea Zenarrusa. Fue perseguida, apresada y condenada a morir de hambre y sed en su casa. Para ello se mandó a tapiar las puertas y ventanas de la misma, pero una vecina rompió parte de esa tapia y por ahí le pasó alimentos y agua que le permitieron sobrevivir hasta que fue liberada, siguió prestando sus servicios incluso viajando disfrazada de coya para llegar al Gral. Juan Antonio Alvarez de Arenales. Siguió teniendo una vida pública de trascendencia en Salta, su ciudad, fundamentalmente en defensa de los derechos de las mujeres llegando incluso a dirigirse a las autoridades nacionales, por no permitirles jurar la constitución nacional. Nacida en 1785, falleció en 1874.
María Loreto Sánchez Peón, junto a Juana Moro fue conductora del grupo de mujeres salteñas. Solían andar juntas a caballo, disfrazadas de gauchos, por Salta y Jujuy haciendo espionaje para los patriotas. Ayudadas por sus hijos pequeños y sus criados, espiaban al enemigo realista e informaban a los patriotas, aprovechando de su sociabilidad y afición a las fiestas. Solía disfrazarse para vender pan y pasteles al ejército realista, y a la hora de pasar lista se sentaba en un rincón tomando silenciosa nota del número de fuerzas enemigas, ayudada de dos bolsas de maíz: una para los presentes y otra para los ausentes. En 1817 el Gral. La Serna había planeado una entrada al Valle Calchaquí, y para distraer a los salteños de la salida organizó un baile, al que concurrió María Loreto. Al enterarse por un oficial de la expedición, dejó el salón y aún de noche montó un caballo y partió a dar aviso a los patriotas que pudieron así organizar la defensa. Fue apresada un tiempo en el Cabildo de Salta por los realistas. Falleció casi de 100 años, el 10 de agosto de 1870.
Martina Silva de Gurruchaga, contribuyó con el Gral. Manuel Belgrano en la Batalla de Salta, logrando que su marido, José de Gurruchaga, le donase a su ejército paños para uniformes y dinero para comprar armamento. Además contribuyó decisivamente a la victoria en esta batalla bordando una bandera celeste y blanca para Belgrano, que sería utilizada en aquella batalla. El mismo Belgrano la nombró como Capitana del Ejército en agradecimiento, obsequiándole un tapado de seda.
María Gertrudis Medeiros Martínez, su marido, Juan José Fernández Cornejo, comandante del fuerte del Río del Valle en la frontera con Salta, adhirió a la causa patriota en 1810. En 1811 se le reconoció el grado de coronel del Regimiento de Patricios de Caballería y levantó a sus costas una unidad de 500 hombres reclutados en los valles calchaquíes. Ella participó del grupo que dirigieron Juana Moro, y María Sánchez Peón. Fue apresada y obligada a marchar a pie de Salta a Jujuy. Aún presa seguía enviándole informes a Martin Güemes.
Juana Manuela Torino, otra de las espías patriotas. Su hijo mayor, Manuel Antonio Acevedo, nacido de su primer matrimonio con Jose Manuel Acevedo, sacerdote, fue diputado por Catamarca al Congreso de Tucumán en1816 y redactor de la constitución catamarqueña de 1823. Otro hijo producto de su segundo matrimonio, Prudencio José Zorrilla, fue asesinado por la mazorca resista en Buenos Aires, en el año 1842.
María Petrona Arias, apodada “la china” era una diestra jinete, lo que le permitió sortear con facilidad a las tropas realista en reiteradas oportunidades llevando informes a las fuerzas patriotas. Son pocos los datos sobre su vida y en cuanto a sus otras compañeras, por ejemplo: Celedonia Pacheco y Melo, de la que sí se sabe que era una mujer muy bella, o de Andrea Zenarrusa, miembro de la clase alta salteña, como las anteriores, que se involucró sin dudar en las luchas por nuestra independencia.
Sea esta la primera entrega en reconocimientos a estas grandes mujeres de La Patria.
Elías Almada
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