El asunto me resulta abominable. Desgraciadamente es muy frecuente y todos somos un poco responsables, unos más que otros naturalmente, pero el resultado me viene indignando desde que empezó a enseñar la patita, allá por 1983. Virginia, la responsable del Centro Ocupacional de discapacitados intelectuales que presido desde que me jubilé de mi trabajo con los menores de 6 años, me pide consejo porque en la clase de su hijo Martín de tres o cuatro años hay un compañero un poco autista que con…
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