A veces pienso que me habría encantado ser el
metal frío y silencioso.
No ser el humano que tu ausencia no soporta.
Aquel humano que tu partida llora.
Aquel humano que cuando a otros mundos partías,
mi alma te despedía.
Hasta otros mundos yo te decía,
no era verdad,
no era verdad,
Habría deseado ser piedra molida.
No lágrimas que en tierras por siempre se esparcían.
No el humano que sus sueños destruía.
Aquel humano que sus sueños, junto a ti no concluía.
Tantas risas que se escaparon ese día.
Tantos proyectos que los vientos recogían.
Tantos momentos.
Tantos momentos que dejé a cargo de rutinas sin sentido.
Tantos momentos que dejé que se fueran, por persianas
corridas.
Hoy a al recordar nuestros momentos.
Sólo puedo decirte que guarde lluvias de golondrinas.
Esas golondrinas que en cables de luz pentagramas
construíamos.
Fuíste pasajera de miradas asombrosas.
De canciones que se fueron contigo.
Sólo te diré luna de mis días...
Que fuiste la paz de mis batallas.
Una milagrosa visita de mis melodías.
Hasta luego soles de mediodía.
Hasta luego.
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