Desde el empañado ventanal del aeropuerto ví partir el avión que te llevaba, raudamente, hacia el exilio inmerecido. Recordé nuestro verano en La Paloma y tu cuerpo entrelazado al mío. Recordé nuestros proyectos, nuestros sueños y una lágrima recorrió mi rostro lívido. Reímos cuando ellos nos dijeron que católica e islamista no podrían nunca recorrer juntos el camino. Creímos que nuestro amor era más fuerte que cualquier estúpido prejuicio. Pero no fue así, ellos tenían un arma mortal en su poder, la patria potestad fue su bandera y condenaron nuestro amor a un cruel destino. Éste es el adiós, la despedida, sé que te quiero y me quieres todavía, sé que el recuerdo no permitirá el olvido, pero también sé que el tiempo es inflexible, y que sólo al final volveremos juntos al camino.
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