En un mal momento de mi vida en que un profundo dolor me abatía, fue la soledad maestra y amiga, ella me devolvió la alegría.
Me enseñó que los ataques nos dan fuerza, que la fuerza conduce al bienestar, que el bienestar aleja la tristeza, que la tristeza muere en la felicidad.
La felicidad me regaló el olvido, y cuando por fin el olvido llegó, mi nueva amiga volvió a su camino, se fue dejándome en un mundo de amor.
Hoy miro hacia atrás y la veo volviéndome al que fuera mi sendero, mostrándome que la oscuridad perece al mismo tiempo que la luz crece.
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