Eduardo Wilde a 110 años de su muerte
Ex alumno del Colegio J.J. de Urquiza
Nació en Tupiza (Bolivia), en 1844 y murió en Bruselas en 1913. Escritor y médico, ocupo también cargos públicos. Su padre Diego William Wilde, médico y militar argentino que había llegado a coronel, y su madre una criolla, doña Visitación García, distinguida dama de la provincia de Tucumán. Vio la luz en Bolivia con motivo de la expatriación de sus padres durante la dictadura de Rosas. Realizó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, donde conoció y se hizo amigo de Julio A. Roca, Olegario Andrade, Victorino de la Plaza entre otros; este grupo conformó más tarde una parte esencial de la generación intelectual y literaria de 1880, generación que dirigió la vida política y cultural de la Argentina hasta fin del siglo XIX e inicios del XX. En 1864 ingresó a la Universidad de Buenos Aires donde se recibió de médico en 1870, con una tesis premiada sobre El Hipo. Sin embargo, antes de recibirse interrumpió sus estudios para ayudar en la epidemia de cólera de 1867-1868 además de desempeñarse como cirujano del ejército en la Guerra del Paraguay. En 1871 se destacó en la lucha contra la gran epidemia de fiebre amarilla declarada en Buenos Aires. Fue designado profesor en la UBA y Director del Departamento de Higiene y Obras de Salubridad de la Nación. Por esos años, publicó “Lecciones de higiene” y “Lecciones de medicina legal y toxicología”. Diputado provincial y nacional en dos oportunidades, en 1982 Julio A. Rocca lo designa como Ministro de Justicia, Culto e Instrucción, durante su ministerio se desarrolló el Congreso Pedagógico de 1882 conducido por Onésimo Leguizamón (ex alumno del Colegio Nacional también) y del que participara Benigno Teijeiro Martines (profesor del mismo colegio) y que sirviera para sentar las bases de la Ley 1420 de educación laica que fuera promulgada por Wilde. Otra ley fundamental para la organización de la Nación durante su ministerio fue la de matrimonio civil. Durante la presidencia de Miguel Juárez Celman, se desempeñó como Ministro del Interior, debiendo renunciar junto al presidente, por motivo de la grave crisis política, social y económica que devino en la Revolución del Parque en 1890. Luego de la caída de Juárez Celman, Wilde fue al exterior y pasó un tiempo viajando por Europa, publicando sus impresiones en “Viajes y observaciones”, fue presidente del Departamento Nacional de Higiene durante la segunda presidencia de Roca y, entre otras cosas, organizó una expedición médica dirigida por el Dr. Carlos Malbràn al Paraguay para ayudar a combatir la peste bubónica en Asunción .Posteriormente fue nombrado ministro plenipotenciario ante los Estados Unidos, luego enviado a España y más tarde a Bélgica donde falleció.
Su legado de obra comprende los siguientes títulos:
“El Hipo”, “Prometeo & Cía.”, “Aguas Abajo”, “La Lluvia”, “Viajes y Observaciones, por Mares y por Tierras”, “La primera noche de cementerio”, “Los Descamisados”, “La Nación y su Partido”, y “Tiempo perdido”
Elìas Almada
Alma Callejera
No puedo dormir; mi alma se sale de mi cuerpo y se va a la calle semi-oscura y húmeda, donde los faroles de gas parecen jaulas aburridas, que encierran canarios moribundos ardiendo.
Mi alma va topando las paredes de trecho en trecho o cayendo en su vuelo incierto, sobre las veredas, como la sombra de un pájaro ciego.
Mi alma huida marcha escondiéndose como si tuviera un paquete de intenciones ocultas debajo del brazo, o como si fuera una criada mercenaria que llevara un niño recién nacido a dejarlo clandestinamente en una puerta.
Mi alma avanza, avanza, a pesar de sus caídas y revoloteos, como una mancha que está dentro de los ojos, siguiendo en una dirección resultante, su ruta a través de las penumbras fantásticas que obstruyen la vía pública.
Mi alma viaja a favor de la noche y del silencio, su cómplice, como un capullo oscuro que va delante de los ojos y se pega cual sombra a los objetos, alargando su forma entre los huecos y saltando tangente en las aristas.
Busca un barrio, una casa, husmea las hendiduras de las puertas, se levanta, se asoma al ojo de la llave, huye como soplada por el viento, trepa por los barrotes de las ventanas, desaparece y su forma se esparce sobre la alfombra de una sala donde ha caído atravesando los vidrios entre dos varillas de persiana.
Un movimiento más y está como la proyección de un cuerpo, a inmensa distancia, sin que se vea el camino recorrido. Y luego temblando como un tul carbonizado puesto al extremo de un alambre fino, vuelve a golpearse en las paredes de la casa asediada, enfilando los ángulos, subiendo a las cornisas y elevándose sobre los muros para estampar su luto en el horizonte a través del vacío y volver fatigada del salto, a buscar pacientemente su entrada.
Como un núcleo flotante de humo negro, mi alma merodea sobre las azoteas, desciende a los patios, gira alrededor de las plantas y de repente se lanza a las habitaciones por los postigos entreabiertos.
Un ruido leve la estremece; es un suspiro que se escapa de entre las cortinas del lecho donde duerme una mujer. Mi alma se difunde sobre aquel cuerpo adorado, visita sus formas, se arrastra sobre ellas diseñadas bajo las finas telas, sigue las curvas de su busto, rodea el óvalo de su cara, enfila sus labios... la respiración la rechaza... un perfume la penetra... se aproxima de nuevo... una aspiración la absorbe y la instala dentro del seno más querido...
De allí no se moverá nunca; allí estará mezclada con la sangre de la mujer amada, recorriendo sus nervios y viajando de su corazón a su cabeza.
Allí vivirá siempre, alimentando su propia pasión, y yo, sin alma, me levantaré mañana para pasear mis ojos muertos sobre las indiferencias de la vida, viviendo de prestado y gestionando mi bocado de pan con mi cuerpo vacío, sin otra aspiración en la tierra que amarla y que me ame.
1882
Bienvenido a
SECRETOS DEL ALMA
© 2024 Creada por Alida I. Gómez. Con tecnología de
¡Tienes que ser miembro de SECRETOS DEL ALMA para agregar comentarios!
Únete a SECRETOS DEL ALMA