Mi presente es este blog, no me cabe ninguna duda y ya veis lo que va saliendo. Parece que me voy exprimiendo gota a gota porque no quiero dejarme nada para mí. Lo mucho o lo poco que la vida me ha dado, que creo que ha sido y es mucho porque ya sabéis que me siento un ser privilegiado, quiero volcarlo en cómodos plazos semanales. Primero porque siento que se lo debo a la vida que fue quien me lo dio y después para que pueda aprovecharle a quien quiera y se moleste en leerlo y pensarlo. Lo que está pasando en España con las mujeres no tiene nombre. Algunos hemos vivido situaciones parecidas en otros tiempos y cuando las teníamos entre manos no nos dábamos mucha cuenta. En los primeros ochenta, mi compañera italiana Maria Rosa Pettri nos decía que queríamos que todo fuera demasiado de prisa. Parece que os queréis comer la historia - decía. Algo así pasa en este momento con el poder de las mujeres.
La vida personal o la colectiva no avanza linealmente y uno más uno no son dos en la evolución. En la vida personal lo he visto cada día en los pequeños. En la colectiva ya voy teniendo una edad y también he protagonizado un par de procesos muy evidentes. Hemos hablado del sometimiento de las mujeres a la cultura patriarcal hasta el agotamiento. Tenemos ejemplos que parece que no hemos querido ver y el tiempo ha pasado como si no pasara nada y el argumentario estuviera adormecido. Un día aparece una manada cualquiera ofreciendo una agresión de las miles que podríamos haber puesto encima de la mesa porque las tenemos de todos los colores y las compuertas de la historia se abren, la conciencia de las mujeres toma la calle por asalto y decide que es tan dueña de todo como los varones. No sé si lo hemos visto así, pero eso es lo que creo que está pasando.
El gobierno ha decidido, para intentar frenar la avalancha, crear una comisión de expertos y cambiar la normativa y nos damos cuenta de que todos son hombres, como siempre y como casi todas las normativas. Parece que nos hemos puesto los ojos de ver sobre este tema. En pocos días la comisión se ha cambiado y ahora son quince mujeres y doce hombres. Otro día sale en la prensa que una serie de asociaciones profesionales se comprometen a no formar parte de ningún órgano de gobierno de nada en el que no haya mujeres. Casos que, en realidad, si nos ponemos a pensarlo, no es fácil explicar cómo veníamos asumiendo de otro modo, pero es público y notorio que las mujeres están ausentes de casi todos los órganos de gobierno de casi todas las empresas que forman el poder en una sociedad y eso no soporta la más mínima justificación siendo como son más del cincuenta por ciento de la población.
Es muy difícil hablar cuando se está en plena vorágine y en este momento está hirviendo el tema. Cada día nos viene con algo nuevo que nos hace abrir la boca, no sé si de estupor o de vergüenza de no haber sido capaces de verlo cuando lo hemos tenido delante de nuestras narices durante sabe dios cuánto. Pues este es el día en el que algún virus se nos ha inoculado y ha pasado a formar parte del presente. No es tiempo de argumentar demasiado porque nos hemos argumentado hasta el hartazgo. Es tiempo, eso sí, de estar lo más serenos que podamos y movernos para recomponer el mundo una vez más y dar cabida en él a la mujer como parte activa de su estructura y asumir que nadie tiene que demostrar nada sino que, sencillamente, la composición del mundo no es correcta si la mujer no está presente y así se debe reflejar en su gobierno. Una noción tan simple en apariencia me parece profundamente revolucionaria. Sus consecuencias las iremos viendo de ahora en adelante pero son de calado.
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