El secreto
(Relato)
El día que don Franklin Mondragón falleció por un virus mortal, todos quedaron muy preocupados. La hija menor acababa de llegar al aeropuerto; una maleta pequeña era lo único que la acompañaba, sabía que después del sepelio regresaría a Londres donde estaba terminando un posgrado en medicina.
Allí la esperaba Sergio su hermano mayor, este la divisó entre la multitud y con su brazo extendido le hiso señas para que se acercara. En un abrazo fuerte se dijeron todo lo que sentían en esos momentos; las lágrimas rodaban por las mejillas de ambos y sin decir una palabra abordaron el automóvil rumbo a la funeraria.
Allí los esperaba toda la familia, después del saludarse Rosemary se acercó al féretro para observar por última vez a su padre, lloró por mucho tiempo, pues él era su ángel, su protector y su héroe. Sabía que su vida nunca más sería igual sin su progenitor.
Pasadas dos semanas después del entierro doña Isabel, llamo en voz baja a Rosemary, ¡Ven a mi cuarto! Necesito hablar contigo. Ella la siguió en silencio, ¿Qué vas decirme Isabel, que tengo que marcharme de tu casa? ¡Sé que no soy tu hija, que jamás me has querido y que todo lo de mi padre es para Sergio! No te preocupes, mañana mismo me marcho – no quiero ponerte problemas. Lo que más amaba ya no está – no hay nada que me ate a este lugar.
Me duele mi hermano, ahora tendrá que trabajar duro para que la empresa siga funcionando, él es muy inteligente para seguir al frente de la situación, ¡No es eso lo que quiero decirte hija! Es otra cosa, ¡Otra cosa! ¿Qué me vas a decir entonces? ¡Habla ya porque no tengo mucho tiempo! Tengo que hacer algo antes que me vaya,
¡Es que tú no te puedes ir, tienes que quedarte! ¡Para que me voy a quedar! Nada tengo que hacer aquí, muy pronto terminaré mis estudios y me quedaré para siempre en Londres, allí esta Rodrigo me está esperando para formalizar nuestra relación; eso íbamos hacer antes que papá muriera, tendremos que esperar un tiempo para ello.
Hija, debo confesarte algo: ¡Ahora que me vas a decir! Que renuncie a lo que dejó mi padre, no quiero nada si es eso lo que te preocupa, ¡No es eso querida, no acabo de entender porque crees que no soy tu madre, ¡Lo eres y siempre lo serás! pero tú insistes en menospreciarme, sé que tu padre fue lo más importante en tu vida, pero yo te he amado con toda mi alma, no sé porque eres tan distante y fía conmigo. N o soy fría, es que tú siempre has tratado de someterme a tu voluntad, mejor dime que es eso tan importante que me vas a decir. Es algo muy delicado que tienes que saber! ¿Qué eso tan delicado entonces’ habla de una vez La muchacha un poco alterada levanta la voz a Isabel que no acierta a decir lo que oculta,
¡Por favor di de una vez lo que tengas que decir! Ya no me dejes con esta intriga, ¡Mi niña! Sé que después que te cuente esto me vas a odiar, pero eso no me importa, solo estoy cumpliendo con la última voluntad de tu padre. Antes de morir me suplicó que te dijera la verdad, no quería hacerlo, pero él me hizo jurar que te dijera lo que pasó.
¿Qué fue eso tan grave que pasó? ¡Dímelo ya que tengo que partir ahora mismo! Es que… tú no eres nuestra hija, tu padre es Sergio, La muchacha que estaba de pie cae sobre la cama con una expresión de sorpresa en su rostro. ¡Que estás diciendo madre-es la primera vez que ella le dice madre a Isabel, desde muy chica la joven le ha llamado así, pareciera que nunca la hubiera querido por la forma en que se dirige a ella! Así es hija, Sergio estaba muy jovencito cuando se enredó con una mujer tres años mayor y de esa relación naciste tú.
¿Por qué Sergio nunca me ha dicho nada? Porque él no sabe que tú eres su hija, cuando esa mujer dio a luz vino y te dejó en nuestros brazos confesando que eras nuestra nieta, dijo que Sergio no sabía nada de tu existencia, nos rogó que jamás le dijéramos la verdad, cuando él tenía solo dieciséis Ángela se conoció con tu hermano en un campamento del colegio, ella tenía dieciocho. Después supimos que la chica había muerto por una enfermedad, ella tenía cáncer en la cabeza, por eso te trajo a nuestra casa, la familia de ella tampoco supo que tu existías, no sabemos cómo hizo para ocultar el embarazo, entonces tu padre y yo te registramos como nuestra hija.
Nosotros te hemos amado como si fueras nuestra hija, pero tú siempre me has tratado como una extraña y eso me duele, aunque nunca te he reprochado nada, siempre serás mi hija y siempre te voy a querer, justo días antes que tu llegaras yo perdí a mi segundo hijo, en esa ocasión tu hermano estaba viviendo donde tu tía Nohemí, fue a terminar la secundaria allá, el piensa que tú eras él bebe que yo estaba esperando, Creo que la mano de Dios estuvo con nosotros siempre para que él no se diera cuenta de lo que pasó.
Rosemary con lágrimas en los ojos se levanta y abraza a su madre pidiendo que por favor la perdone por haber sido tan dura con ella, le dice a Isabel que jamás le cuente a su hermano la verdad, pues siempre lo ha visto como al hermano mayor y no sería justo abrir más heridas.
Myriam Stella Buriticá
De mi poemario secretos del corazón
Comentario
Muchas gracias querida Ingrid por dejar tan bonito comentario sobre este relato,
Te mando un abrazo con todo mi cariño.
Muchas gracias Señora Alida. Un saludo y bendiciones.
Mil gracias Don Rafael por comentar mis letras, es un honor para mi verlo en mi espacio.
Un saludo.
Muchas gracias Don Elías por el bonito destacado y por leer mis letras.
Bendiciones.
Muchas gracias Rafaela por leer mis letras, y por hacerlo varias veces, eso alegra mi ser porque siento que ellas han llegado al corazón del lector, mil gracias Rafaelita.
Abrazos.
Maravilloso tu sentir apreciada poetisa.
lo leí varias veces porque logró captar mi atención
desde su inicio. Gracias por compartirlo.
Mi cariño sincero.
Felicitaciones. Mucho suspenso y no pude dejar de leer, sino hasta el fina.
Rafael.
Bienvenido a
SECRETOS DEL ALMA
No hay ningún cumpleaños hoy
© 2024 Creada por Alida I. Gómez. Con tecnología de
¡Tienes que ser miembro de SECRETOS DEL ALMA para agregar comentarios!
Únete a SECRETOS DEL ALMA