EL VUELO DE LAS AVES DE LUZ

[Aida Viloria]

El vuelo de las Aves de Luz

Que hermoso es contemplar el cielo por las noches y verlo lleno de estrellas. Estrellas que vuelan como aves de luz en ese mágico jardín de sombras donde nacieron el agua, el fuego, el viento, la niebla, el tiempo, los sueños y el amor.

 

Esas  aves nocturnas  llevan en su pico la medianoche, cuando abren sus alas en el cielo parecen un collar de diamantes, su majestuoso vuelo alza arenas de sombras que permiten ver en la penumbra las formas de los ángeles, y dioses mitológicos de Homero con los ojos, corazón y manos llenos de fuego por el placer que sienten al bañarse en los mares etéreos y distantes que se encuentran en el cenit del universo.

 

Aves de luz que habitan en el cielo rigiendo el destino de nuestras vidas, acompañadas siempre de seres libres, luminosos cuyas almas están llenas de gloria eterna de sentimientos puros que hacen resplandecer al universo  día y noche

 

Las aves de medianoche enredan al mundo en la melodía celestial del universo con las notas del pentagrama sagrado donde están grabadas las letras del himno de la pureza. Acompañadas de  ángeles, cantan eternamente en  coro las alabanzas al Rey de reyes, y a los dioses que habitan el cielo.

 

Las estrellas flotan en el crepúsculo como signos de esperanza para los hombres de la tierra que sueñan que algún día sus almas volarán  al Reino del Amor, para conocer mundos de felicidad diáfanos donde descansar con profunda quietud.

 

Por las noches las estrellas vuelan como aves entre las nubes que surgen como delicadas formas de colinas en el cielo, bebiendo de los manantiales donde brota la calma que corre como un río de agua viva que se extiende de punta a punta en el firmamento, mientras tanto en la tierra los hombres sueñan a pesar del sufrimiento. 

 

Las estrellas, también tienen fantasías, en su corazón palpita el deseo de poder viajar a través del tiempo deslizarse por el arco iris, atravesar ese puente lleno de magia y colores para bajar a la tierra y conocer los sueños que nacen debajo de la luz del día. 

 

Cada vez que la tierra circula su órbita, el rostro de las aves de luz se pone muy pálido por la tristeza, que sienten al sentir que se alejan de la mirada de los hombres, mientras tanto, el mar se ve más azulado. Venus y la Luna también fantasean con la idea de bajar a este mundo azul a jugar con las muñecas de flores que trae la primavera, y pintar su rostro con los colores de las mariposas, los árboles y los pájaros que adornan la tierra.

 

Por las noches ellas se amontonan en el bosque de las sombras tratando de encontrar el camino secreto que las conduzca a la tierra para entonar en hermandad con los pájaros, los ríos, y el viento la canción mística de la pureza. Algunas pasan años luz esperando ese momento de goce, mientras sus cuerpos se van extinguiendo. Y se convierten en la alegría de  hombres y mujeres que al verlas caer como estrellas fugaces piden un deseo con la esperanza de ser escuchados.

 

Hay noches que las estrellas lloran amargamente, por las almas perdidas de los hombres y mujeres  que quedan suspendidas en la oscuridad esperando el día del juicio final. Almas que claman el perdón, para recibir las llaves que abren las puertas de la casa de luz que esta en el cielo. Esas almas quieren entrar al hogar luminoso para encontrar la salvación y la vida eterna.

 

La casa de luz nunca apaga sus luces, su brillo es eterno. Cuando las estrellas o aves de luz nocturnas se meten en sus nidos cósmicos a dormir,  el Sol enciende su cirio y aparece en la mañana acompañado con las nubes y el viento para mantener el verde de las plantas y la esperanza en el corazón de los humanos.

 

El universo entero siempre mira a la tierra y se hace presente en las vidas de las personas. El viento, el tiempo, el fuego, el mar tejen el manto de la primavera, otoño, verano e invierno con las venas del universo.

 

El llanto de las estrellas aparece como rocío de la mañana, la brisa llega danzando haciendo estremecer con su alegría las hojas de los árboles. Las flores, las mariposas, las aves, mezclan sus luces para esculpir el día, de esa manera la vida sigue encendida en la naturaleza y el hombre.

 

El día con todo su encanto, tragedias y tristezas, sigue en conjunción con la magia de la noche, aunque avanzan  caminando separados siempre, siempre lo hacen  paralelos a través del infinito.

 

El poder divino del creador hizo al universo en total orden, su armonía no es contraria a nada, menos a las estrellas de la noche que como aves de luz brillan, igual a la Luna, el Sol, y muchos otros seres celestiales para recordarnos la promesa  sagrada: el Amor de Dios por todo lo que ha creado con infinita bondad es Vida Eterna

Maracaibo, 21 de octubre 2011

[Aida Viloria]

Gracias Don Emilio, Erika, Marthaliz,

por acompañar mis pequeñas letras.

abrazo fraterno desde mi amado

y convulsionado país Venezuela

Bendiciones!

[Emilio Dominguez Cortes]

Interesante relato el que nos presentas el día de hoy.+

Un saludo