En la ojiva de la tarde silenciosa, vientos helados de nostalgia caminan con sus velos de luto.
Las gentes intoxicadas del encierro salen a dar respiro a sus almas
pero en el aire aún se siente el violín de la tristeza que las aqueja por la pandemia.
Algunos caminan como robots, otros compran de todo en las tiendas,
pero en el rostro se les ve vacíos hombres sin rumbo.
Esta pandemia sigue dejando secuelas en el alma de los hombres
no quieren irse sus patas y vivimos estresados, miedosos, asustados.
¡Qué tarde sin luz camina por mis calles!
Qué gentes sin alma transitan.
porque son almas que necesitan el contacto social
y no pueden acceder a ello.
Necesitan que la pandemia acaba para abrazar con libertad a quienes aman
para estar en una fiesta con sus amigos
esta pandemia ha liquidado su vida social sin piedad.
Esperemos que su ciclo de muerte acabe,
que se vaya de nuestras casas, de nuestras vidas, de nuestras almas.
Y volvamos a la ansiada normalidad;
¡Queremos que llegue diciembre y año nuevo sin sus garras!
Que el Dios del cielo nos escuche
antes que este virus mate más gente,
que pare el ciclo del dolor;
que aparezca de la esperanza su flor.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados-Perú
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