Encierro
Me encierro en el caparazón de la tristeza,
Bajo el manto repentino de la lluvia,
En las lejanas tardes colmadas de silencio,
En las montañas gélidas y sombrías.
No siento deseos de llevar mis flores,
A tus plantas la dama de mis pesares,
Me confundo en el griterío de la feria,
Y sigo viajando autómata en la calzada.
A lo lejos vislumbra una luciérnaga,
Que generosa ofrenda su esplendor,
Al fin encuentro a mi tierna compañera,
Para las tortuosas horas de infinito dolor.
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