Ante la atónita mirada de una madre que trata
de ocultar sus lágrimas.
Su hijo una maleta prepara....
Pequeña maleta ,donde cabe un pantalón y
dos camisas, que no combinan con nada.
Nada más.
Nada más.
Debe salir pronto rumbo a una embajada.
No hay tiempo para despedidas, ni para tomar
un vaso de agua.
Tuvo suerte.
Tuvo mucha suerte.
Un amigo le avisó horas antes, que su nombre
en una lista negra circulaba.
Dirigente estudiantil que un mundo mejor soñaba.
Un dirigente juvenil, que al final de año, con una
compañera de ingeniería, su compromiso de amor
sellaba.
Eran las nueve de la mañana, y un taxi de un amigo
lo esperaba.
Antes de irse, un abrazo a sus padres que en su
hombro lloraban.
Sería el último abrazo.
El último.
De ellos, sólo sabría que en poco tiempo más. una
pulmonía su vida al padre llevaba.
Desde lejos una oración a orillas de un mar extraño, a su
compañero de juegos dedicaba.
En poco tiempo más, la madre por amor sus ojos cerraba.
En universidades distantes su carrera ha finalizado.
Brillante alumno y actual decano.
Estimado por sus extranjeros colegas y alumnos ,que
por décadas lo han admirado.
En su recuerdo no olvidará jamás a sus amigos,sus barrios.
A sus amados padres.
Y a ese amor que en un viaje, saludó sin recordar el pasado.
A la playas y al viento le ha confesado,
que ahora comprende por qué en la antigua Grecia, era
preferida la muerte, que un ostracismo cruel, que destruye
corazones en gris mañana.
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