Cuenta la leyenda que Carau fue un muchacho apuesto y muy buen bailarín, aparte de guitarrero y cantor que vivía en compañía de su madre,
para quien eran todos sus cuidados y desvelos. Pero cierta vez que ella enfermo seriamente, Carau agoto sus esfuerzos para atenderla con medicación casera, y al no tener mejoría resolvió marchar al atardecer al pueblo más cercano, distante barias leguas del rancho. En el camino encontró un baile donde se acerco por curiosidad, pero enseguida se confundió con los bailarines, atraído por una muchacha muy bella, que a su ves coqueteaba con el teniendo, en cuenta que sobre sobresalía entre todos, por su postura y elegancia.
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