Poseo la infinita felicidad de saber,
que he escrito sobre las alegrías, y las penas de mi alma.
Que le he cantado a la vida, y las aventuras de
mis pasos cotidianos.
Puedo decir a mi pluma, que jamás a ella le he fallado.
Si algún día que ahora no recuerdo, las tintas a mis hojas
no han llegado.
Es porque debo sobrevivir en este mundo de trabajos
asalariados.
Solo Dios sabe, cuántas veces, de un bus me he bajado,
para escribir en una plaza ,o en un lugar que jamás habia
visitado.
Son mis sentimientos, que tratan de buscar una puerta hacia
el infinito plateado.
Porque sin duda que despues que escribo, vuelve la quietud
a mi alma ,que feliz ya ha danzado.
Espontáneos sentimientos que brotan, sin anunciar sus
palabras.
Golondrinas que vuelan sin señalar rutas planificadas.
Un caminante, que no expresa ni una sola palabra.
Amigos que cotidianamente buscan mi mirada.
Sin ser un maestro de aulas universitarias, menos un
profesor de doctorado
He llegado a comprender, que para escribir un hermoso sentimiento.
Se necesita la humildad de la maestra Violeta Parra, o el
jardinero que busca establecer conmigo ,una conversacion
sobre la vida,
y cómo se cuida un árbol recién plantado.
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