En el instante ,en el sagrado momento,
cuando entras al hogar de mis sentimientos,
supe que no te irias jamàs, ni de mis ojos,
ni de mis pensamientos.
Que serías el almacigo de caricias, que despertarian
con las lluvias y los vientos.
Que mi corazón en su latir, pronunciaría tu nombre,
en montañas y vergeles,
Que lentamente, te convertirías en la dueña de mis
caricias ,de mis sueños.
Que por ti renuciaría a los solitarios momentos.
Que te invitaría a construir una nueva casa de sólidos
cimientos.
Cimientos de honestidad ,de cariño eterno.
Que tu serÍas los rosales del jardÍn, de ese nuevo hogar,
de alcobas blancas,
de besos ardientes,
Que desnudaría tu piel entre luces bajas, sin sombras
que adormecen.
Que seríamos amantes de calles sin gente.
Que al mirarnos seríamos cómplices de fuegos que no
mueren
Que serías por siempre, la dueña de mi alma,
de mi cuerpo, en habitaciones de maderas bellas,
barnizadas con esencia de jazmines y claveles.
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