Este es un testimonio, real y enteramente humano.
Mi esposa Amparito venía con algunos achaques en su salud, particularmente estaba perdiendo el apetito e imaginábamos que algo la entristecía. El 30 de noviembre del 2019 cumplimos 62 años de casados y ni siquiera hubo un almuerzo especial, pero de ella no salió una sola queja.
EN diciembre muere nuestro hijo Rafael Francisco y ella cae en una severa depresión, dejo de comer, dormía mucho y principio a tener poca comunicación con nosotros… solamente un hijo y yo. Pero para colmo, el dos de marzo del 2020 padecí de un infarto y eso la preocupó, aún más, todo se fue agravando hasta que el día 18 de junio fue llevado de urgencia a un hospital…
Y AQUÍ SE INICIA EL CALVARIO POR COVID 19
Para ingresarla de emergencia a las 8 de la noche, hubo de hacérsele exámenes minuciosos para descartar que fuera infección del coronavirus, de lo contrario tendría que ser atendida en otro centro, NO TENIA EL VIRUS. También a nosotros nos hicieron los exámenes, pero aun así a mí no me permitieron están con ella. Nos informaron que llevaba una infección de una arteria gastrointestinal que sería operada… a las 2.20 del día 19 nos informaron de su fallecimiento. Luego de hacer todos los pagos, mi hijo inicio los tramites de la funeraria, ellos nos pusieron en información que debido a la emergencia no podría haber contacto social. Así que sería trasladada directamente al Cementerio General. NO HUBO SEPELIO. Para ingresarla al cementerio, solamente podrían ser, mi hijo y diez personas, previamente enlistadas con nombre, dirección y número telefónico. A MI NO ME DEJARON INGRESAR, personas mayores de 60 años no se les permite la entrada. Derramando lagrimas me quede afuera y me encontró un hermano que se hacía acompañar de un primo, ellos me hicieron compañía.
SUCEDIÓ ALGO SOBRE-NATURAL, UN MILAGRO.
Estado en la banqueta a pocos metros de la entrada principal, se nos acercó una anciana pobremente vestida, del pequeño grupo se dirigió a mí, que estaba con mi traje de luto… y me extendió su mano derecha con unas pocas monedas, YO DE INMEDIATO puse en mano otras monedas pues visiblemente era una persona menesterosa. Ella dirigiéndose a mí, dice: No señor, yo no le estoy pidiendo, yo le estoy dando y también le quiero dar un par de consejos… Cuando le ponga el café a su agua caliente, absorba de cerca el vapor y eso le calmara el dolor de la triste partida de su ser querido y cuide sus ojitos... en agua caliente ponga sal y ese vapor deje que llegue a sus ojos, y se retiró.
Quisimos buscarla, pero a pesar de la poca gente, no la localizamos.
Amparito Mérida desde el cielo Y yo damos las gracias: Con mi eterno agradecimiento por las condolencias recibidas, les manifiesto que con el corazón roto pero atendiendo con alegría que ya esta con Dios.
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