Cuando se va muriendo la cara del sol,
mi velero se acerca mas a él,
porque quiere libar de sus últimos rayos la alegría perdida,
No importa que la nostalgia me ladre como perro enjaulado;
yo no pierdo la esperanza.
No quiero que el sol de mi vida se apague,
las sombras no son mis amigas,
creo que nunca lo serán.
Siempre mi velero busca la luz radiante;
hasta su ocaso, siempre buscará el agua de la vida.
Y aunque los perros sigan ladrando en soledad y tinieblas,
yo buscaré esa rendija por donde se filtre
aún un pequeño y delgado rayo,
para salir a flote
y seguir navegando tranquila.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos Reservados
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