Ocaso de las Estrellas
En esta mesa, de maderas antiguas como galeones,
que han huído de la contienda cruel,
sin retorno,
sumergiéndose en los océanos profundos, donde
silenciosos aguardan el hablar de la historia ,
de sus inagotables travesías
Maderas, testigos feróces, de las mil palabras que pronunciadas,
hieren,
desangran el cuerpo,
las plegarias.
En el ocaso de nuestro amor,
todo, absolutamente todo,se derrumba sin dejar rastros
de nuestras caricias,
de nuestro sentir profundo, que juramos defender de los
fuegos incontrolables,
de las tormentas pavorosas que tratan de derrumbar,
los designios celestiales, de unidos por siempre.
Por toda nuestra existencia.
Ya no produce el eco tan ansiado,
un te amo ,
un te necesito.
Me dejas, sintiendo el frío de las montañas altas, que
asoman en las ventanas de esta última estación, donde
soy el único pasajero
que abordará el tren de la partida.
Son recuerdos asesinos de mis labios,
el desnudo pasional de la
pequeña habitación, de la juvenil entrega.
Cómo olvidar, que desnudé tú piel suave como almíbares
de algodón, recién cortados en la campiña hermosa,
como tus cabellos.
Te seguiré amando, aunque me pidas que te olvide en
las avenidas de la vida.
No es tan fácil olvidarte,
porque fuiste las arenas finas de mis playas.
El femenino despertar de las luces de las mañanas.
Extrañaré.
Aquel cobijo varonil mío, de tu rostro entre mis brazos.
Todo.
Todo.
Te has marchado.
Me he convertido en el hombre sin huellas ,sin rastros
de pasados victoriosos.
El hombre que comienza a conocer el ocaso del amor,
en los senderos de su alma ,que viaja solitaria,
sin retorno.
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