Sabor a delicia
En tus caricias de fuego vi la luz de vida,
Encontré la fuente cristalina de pasión,
Todo fue una entrega fugaz y escondida,
Ardiente, hasta hacerme perder la razón.
Me perdura en la memoria impregnada,
El insondable gemido de tus labios rojos,
Íntimamente en mi alma queda guardada,
Magno encuentro que saciaron mis antojos.
Gracias noble, querida y adorable señora,
Por los momentos tan bellos disfrutados,
Eres como un capullo que la abeja añora,
Que diste lugar a los sueños anhelados.
En cada amanecer me sentirás ausente,
Y en la emisora escucharás una melodía,
Que habla del amor prohibido y latente,
Piensa que mi ser te ama más cada día.
Luis G Machado S.
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