Los cangrejos, langostas y similares tienen un caparazón rígido, que no crece con ellos.
Así que, cuando crecen demasiado, deben realizar un proceso de muda o ecdisis.
Durante un tiempo su cuerpo es blando y son más vulnerables a los depredadores.
La semana pasada tuve un día espectacular.
Jamás me había sentido así en toda mi vida.
Sentía todo mi cuerpo blando, sin ninguna tensión.
Un manantial de amor fluía desde lo más profundo de mi corazón.
Fluía incesantemente y sentía el impulso de ir repartiendo amor por donde fuera.
Me importaba un carajo que los demás fueran capaces de apreciar ese amor.
Yo se lo daría encantada, por el puro placer de expandirlo.
Y me sentía alegre, optimista, dichosa, espontánea.
“Por favor, que me quede así para siempre”, pensé.
Pues no, me duró un día.
Al día siguiente, noté que me estaba topando de bruces contra el caparazón del crustáceo.
Mecachis…
Y llevo días observándolo atentamente.
Es curioso, porque soy completamente consciente de que es una barrera que el ego levantó.
Y, aun así, por momentos, me he sentido desesperada por no encontrar la salida.
Cuanto más presión siento contra el caparazón, más insoportable es la sensación.
Hay momentos en los que el ego me ha querido convencer de que era mejor huir para dejar de sufrir.
Pero… ¿Huir a dónde?
Me llevaría el caparazón conmigo allá donde fuera.
Sé que la salida está hacia dentro.
Sé que el camino es deshacerme de lo que ya no quiero en mi vida.
Por eso, además de dejar ir emocionalmente, estoy haciendo limpieza de mi casa.
Hace unos días organicé la ropa, hoy tocan libros.
Cuanto más duro es el caparazón, más ligero debes ir para poder mudarlo.
La clave es ordenar tu espacio para transformar tu vida.
Si sientes que tu vida no te gusta, empieza tomando pequeñas decisiones.
No tomes decisiones drásticas o vitales en tu vida.
Cuando te topas contra el caparazón, estás cegado por el dolor y no ves con claridad.
Así que lo primero que debes hacer es visualizar el resultado deseado.
¿Qué emociones quieres sentir? Amor, alegría, paz…
¿Cómo debería estar tu casa para que reflejara eso?
No empieces ordenando por habitaciones, sino por categorías.
Comienza por la ropa, luego libros, documentos, objetos varios y, por último, lo más difícil, los objetos sentimentales.
Quédate solo con aquellos objetos que te generan alegría o son realmente útiles.
Pregúntate con cada objeto:
“¿Esto me hace feliz?”
¡Importante! Practica la gratitud.
Antes de despedirte de un objeto, agradece su servicio o el papel que cumplió.
El objetivo de todo esto es identificar lo que resuena con tu corazón y soltar lo demás con gratitud.
Como dice Un Curso de Milagros: “Tu tarea no es buscar el amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has construido contra él.”
Aligera el equipaje, trasciende las barreras del ego y tu felicidad será inevitable.
Y si pasan un par de horas sin noticias, escríbenos a hola@integramentelibres.com y lo solucionamos.
¡Tienes que ser miembro de SECRETOS DEL ALMA para agregar comentarios!
Únete a SECRETOS DEL ALMA