Testigo.
Si han sido mis ojos, los testigos de tu caminar
bello por los pasillos de esta vida,
es mi corazón que ha conocido el pensar de tu alma.
La maravillosa expresión de ese sentir tan humano,
tan lejano de las impurezas de los días, que no permiten
que las aguas corran libres,
por los valles que nada ocultan,
ni el verdor de sus campos,
ni el amanecer de los días.
Porque busco en ti el mirar honesto de tus sentimientos,
la sonrisa buena que nada oculta,
ni el fondo de los océanos,
ni lo oscuro de la noche.
Es nuestro pacto de amor puro,
el brillar de las estrellas,
el ardiente fuego de la fogata lejana,
que no se apaga,
ni con lluvias,
ni con hielos,
la misiva de la escritura hermosa que delata,
la promesa infinita,
de amarnos hasta el fin de los huesos,
y más allá,
donde se cojugan los verbos del amor
absoluto y perfecto.
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