Noche.
Busca la Luna el cobijo de tu piel
en aquel balcón, de flores silenciosas
que escuchan atentamente nuestras promesas,
de estar unidos mas allá del tiempo,
de todo limite que prohíba nuestro
compromiso ,de amarnos aunque los
blancos cabellos se presenten, en los teatros
de la existencia,
tuya y mía.
No es ajeno de estas promesas, que algún día
contemplaremos la vejez de las manos,
de nuestro cuerpo,
pero surgirá de las tierras, el grito del alma
vital, que otorga el sentido
del por qué vivimos,
del por qué nos amamos.
Existe en esta energía del movimiento que jamás
cesa,
el tronco vigoroso que guarda las razones,
de estas temporales miradas, y que armónicamente
se conjugan
con los juramentos,
de que existiremos mas allá de la aparente muerte
de toda voz
de todo pensamiento.
Porque será tan cierto que
nos encontraremos, en los caminos hacia el gran
cosmos,
para hablar de aquellos lejanos juramentos,
que hicimos en aquel balcón, fueron hechos con
el brebaje de la noche,
y que eran eternos,
llenos de luces del cielo, que jamás se apagan,
que jamás se alejan.
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