Pasaron muchos años desde que estuve por última vez en este lugar, una estancia en el sur argentino donde pasé mi niñez y parte de mi adolescencia. Cuando terminé mis estudios secundarios viajé a la capital para ingresar a la universidad y desde entonces sólo vine tres o cuatro veces y por unos pocos días. Esta vez es diferente, hace unos días tuve un sueño en el que una niña me preguntaba : ¿hacia dónde vas?, y luego repetía una y otra vez vuelve, vuelve… Me desperté sobresaltada y, sin saber por qué, me miré en el espejo. Casi no me reconocí, en realidad hacía mucho tiempo que me miraba sin verme. El espejo me mostraba un rostro triste y una mirada dura, fría. Entonces comprendí que esa niña que me llamaba en el sueño era yo misma con muchos años menos, con una mirada alegre, profunda y un rostro inmensamente feliz y sentí la necesidad imperiosa de volver al lugar donde todo había sido felicidad y alegría para mí. A la mañana siguiente pedí licencia en la universidad, compré un boleto de avión y acá estoy, dispuesta a recuperar a esa niña que perdí en el camino de la vida y que espero poder resucitar. Mi antigua habitación está tal cual estaba entonces, cada cosa conserva su mismo espacio y, casi sin darme cuenta, los recuerdos van llegando a mí, es como ver mi propia vida en una película. Así llego al momento en que estuve aquí por última vez, fue después de mi divorcio, mi familia estaba dispuesta a apoyarme, claro, siempre y cuando yo estuviera dispuesta a hacer lo que a ellos les pareciera mejor para mí y para mis hijos. No iba a someter mi vida y mucho menos la de mis niños a las decisiones de nadie, así que, esa misma noche, me prometí a mí misma que iba a demostrarles que no los necesitaba para salir adelante. A la mañana siguiente volvimos a Buenos Aires. No me fue difícil conseguir algunas cátedras en la universidad, pero no era suficiente para mantener una casa, entonces busqué un empleo y así empecé mi carrera para tener éxito. Primero trabajé mucho por necesidad, más tarde por costumbre y, últimamente ni siquiera sé por qué. Mis hijos ya son grandes y tienen su propia familia, en cuánto a mí, tengo lo suficiente para vivir sin trabajar el resto de mi vida. Y aquí y ahora acabo de darme cuenta que el primer error fue pensar que tenía que demostrarle algo a alguien y el segundo negarme el derecho a volver a enamorarme. Cierro los ojos y le pido a la niña que fui que vuelva a mí y le prometo no volver a olvidarla, al abrirlos el espejo me devuelve la imagen de un rostro radiante y una mirada profunda, intensa, dulce e inmensamente feliz. Mi niña interior volvió a mí y con ella la magia que creía perdida.
¡Tienes que ser miembro de SECRETOS DEL ALMA para agregar comentarios!
Únete a SECRETOS DEL ALMA