DON EZE
Se llamaba Ezequiel.
Y le decían don Eze.
Tenía una tiendita o pulpería.
Cómo le llamaban algunos.
Allí vendía todo tipo de alimentos.
Y granos de todo en general.
(Era aquella lejana época en que los granos
(No sean maliciosos, les vi la risita).
O sea, arroz, habichuelas de todos los colores, venían en sacos de Heineken, o sea, un tipo de cabuya, y los ponían y le iban arremangando según se iban vaciando.
Ah, y su clientela fija.
a la cual hasta le fiaba.
Don Eze era un bonachón.
Pero que de vez en cuando,
Perdía la paciencia.
Como le ocurre a todos los que trabajan con público.
Y a aquellos que no le pagaban a tiempo, dicen,
Que como la mayoría de los tenderos s
[Se le corría el lápiz. Ej. Ej.]
Bueno, él tenía su ayudante; se llamaba Aladino.
Era morenito, bajito y tartamudo.
Pero trabajador y muy listo, o sea, avispado.
Aladino hacía de todo allí.
¿Cuándo abrían en las mañanas?
Él limpiaba todo aquello... Alineaba los sacos.
Con los granos, les enrollaba la parte de arriba.
Y así mostraban las mercancías.
Aladino, por ayudar, él decía.
Les llevaba los abarrotes a las personas.
a las casas y se ganaba su dinerito.
Además, los clientes le regalaban cosas.
Que ellos ya no usaban.
Recuerdo que don Miguel
Le regalo un sillón o mecedora.
Cómo le decían antes.
Aladino, usando su ingenio, la reparó y la puso nuevecita.
Ay, papá, ¿cuándo don Migue la vio?
Le dio un arranque y la quería de vuelta.
Porque desea que sea de su abuela.
Y ahí se pusieron como brasa.
Y la gente se fue aglomerando.
Imagínese, pueblo chiquito, alboroto grande.
En fin, don Migue, le pago.
Los materiales y la mano de obra.
Y se llevó su sillón o mecedora.
Que era de su abuela, según él dijo.
Y Aladino, con el público a su favor por su humildad.
Bueno, ese fue uno de muchos casos de Aladino.
Pero unos de esos días de Navidad,
Don Eze como todos los años le pidió a Aladino que pintara la tienda, y le dijo
Que lo hiciera el domingo porque ese día no abrían.
Y así pasó.
El lunes cuando don Eze abrió.
Elogio el trabajo de Aladino.
Y siguió haciendo lo que siempre hacía cuando abría.
De repente, desde la trastienda se oyó un grito terrible: ¡Cañón!
Idiota, me pintaste la puerta por la parte de atrás.
Ahí tenía apuntados todos los que me debían.
Ay, hijo de la gran...
Me lo vas a tener que pagar todo.
Te lo descontaré con trabajo.
Ahí se le trancó el bolo a Aladino.
Y más tartamudo que nunca le dijo.
No, no, no se preocupe, yo arreglaré eso.eso.eso.
YYY zas.zas.zas.
AladinoAladinoAladino se fue a laa laa la casa que él sabíaél sabíaél sabía que era de quienesde quienesde quienes debían y les dijo.dijo.dijo.
YoYoYo oí a don EzeEzeEze hablando solo y dijo a los que no paguenpaguenpaguen esta semana.semana.semana.
Les anotaré másLes anotaré másLes anotaré más de la mitad de lo que me deben...
SeSeSe regó la voz y apareció gente que ellos mismos no se acordaban si habían pagado.pagado.pagado.
AhíAhíAhí todo el mundo llegaba esa semana a la tienda y decían
Don Eze,Don Eze,Don Eze, yo le debo tanto;tanto;tanto; vengo a pagar y dele una propinita a Aladino.Aladino.Aladino.
BuenBuenBuen hombre,hombre,hombre, se la merece...
Para quéPara quéPara qué les digo que toditos pagaron hasta lo que hacíahacíahacía tiempo debían.debían.debían.
Bueno,Bueno,Bueno, ya lo decía abuela.abuela.abuela.
LaLaLa necesidad es la madre de la invención.invención.invención.
PorPorPor supuesto,supuesto, don EzeEze nunca lo supo.supo.
Y AladinoY Aladino jamás pintópintó la puerta por la parte de atrás.atrás.
DeDe esto hacen años, , pero no se me olvida......
Ya se murieron todos...
Pero miren por dónde anda esa historia.
Derechos reservados
Publicado por Alida I. Gómez
El 27 de diciembre de 2009
a las 10:30 pm Ver
De mi libro.
CUENTOS Y RELATOS DE ALI
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