Poemas y Relatos Reales o imaginados para deleite de todos
un podcast en el que el entrevistador había invitado a un amigo de su infancia.
El otro día escuchábamos un podcast en el que el entrevistador había invitado a un amigo de su infancia.
Fueron inseparables desde los 6 años hasta que, a los 20 y pico, su amigo se fue al extranjero a estudiar.
Sus vidas habían tomado rumbos muy diferentes y su amigo se había hecho rico.
El entrevistador contaba una anécdota de la adolescencia.
Recordaba a su amigo en medio de la pista de baile, bailando y disfrutando, haciendo movimientos completamente espontáneos y nada controlados.
Ese tipo de movimientos que cualquiera de los demás no tendría el valor de hacer por vergüenza.
Pero se divertía tanto, que a su alrededor había un grupo de 10 chicas rodeándole y deseando estar con él.
El entrevistador le preguntaba:
—”¿Qué haces para superar el miedo?”
Su amigo comenzó a hablar, comentando que no le daba permiso al miedo para invadir su vida.
Que esos momentos en los que se encontró rodeado de chicas se repitieron a lo largo de su vida.
Y que tan solo eran la consecuencia de no tener absolutamente nada de miedo.
Por tanto, concluyó soltando una perla del estilo:
“La ausencia de miedo es lo que te hace realmente atractivo.”
Totalmente de acuerdo.
Pero no fue capaz de responder a la pregunta de qué hacía para superar el miedo.
Esto se debe a que no tiene ni idea de qué hace para superar el miedo porque no se ha visto obligado a enfrentarse de verdad a él.
Y no le ha pasado porque ha tenido una infancia radicalmente opuesta a la gran mayoría de los mortales.
La gran mayoría de nuestros alumnos nos relatan infancias en las que sus padres no eran comunicativos, no estaban presentes, eran poco amorosos, les castigaban o tenían reacciones emocionales desproporcionadas.
Este hombre describió su infancia con unos padres presentes, que le enseñaron a pensar, planificar y a desarrollar todo su potencial.
Pero además, insistía en lo vital que fue el papel de su madre, quien era increíblemente amorosa y con la que tenía largas conversaciones de dos o más horas.
Este niño creció sintiendo un apego seguro hacia sus padres y siendo valorado e impulsado en sus talentos y virtudes.
Este chaval no ha sabido lo que es ser juzgado, criticado, insultado o desvalorizado.
Por tanto, su punto de partida es otro muy diferente al del resto.
De hecho, el entrevistador relataba que él llegó a una familia en la que la comunicación era inexistente, su padre no quería tener hijos, se llevaba mal con su madre y se acabaron divorciando.
Esto le llevó a ser increíblemente tímido y a tener una autoestima por los suelos.
Algo que está solucionando a base de mucho esfuerzo, disciplina y hábitos estrictos.
Por eso le pregunta a su amigo cómo es capaz de superar el miedo.
Quiere llegar a ese estado.
Pero está preguntando a la persona equivocada.
Su amigo no tiene ni idea de qué es el miedo.
Y no me refiero al miedo que cualquier mortal siente en algún momento dado.
Su amigo no sabe lo que es tener la mente invadida por el miedo.
No sabe la absoluta tortura que es tener un guionista catastrófico amenazándote con todo lo malo que va a pasar a cada mínimo paso que des.
No ha experimentado el colapso físico, mental y emocional que produce sentirse saturado de miedo.
No es capaz de imaginar lo limitante que puede llegar a ser sentirse en un pozo de oscuridad tan profundo del que parece no haber salida.
Es como si a mí me pregunta alguien cómo hacer un cálculo estructural de un edificio para que no se caiga.
¡Y yo qué sé!
Yo he vivido en muchas casas, he estado en muchos edificios y ninguno se me ha caído encima.
No pienso en que se pueda derrumbar.
Tampoco me dedico a picar las paredes para ponerlo a prueba.
Y disfruto en esos edificios haciendo lo que más me gusta, que es crear.
Así que podría soltarte una perla del estilo:
“La creatividad surge cuando no hay ninguna preocupación ni pierdes el tiempo destruyendo.”
Pero no te estaría respondiendo a tu pregunta.
Si de verdad quieres trascender tus miedos, pregúntale a alguien que los haya transitado de verdad.
Lamentablemente, una inmensa mayoría de los grandes gurús ya partían de un nivel diferente al del resto.
Y sus consejos, a mí personalmente, no me ayudaron nada en el pasado.
Porque yo estaba en las profundidades de un pozo que ellos ni se imaginan que pueda existir.
Por eso me costó tanto salir de ahí.
Porque no encontraba a nadie que me enseñara el paso a paso.
Es por eso que ahora mi obsesión es enseñar ese camino a quienes están donde yo me encontraba.
Y es algo tan absurdamente sencillo y simple como aprender a dejar ir.
Con amor, Sara y Eduardo
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