La meditación amigos míos, es como ese agujero desde el que entre una respiración y la siguiente, podemos contemplar nuestro propio cielo. Cuando la tormenta de estímulos cesa, las tranquilas aguas del lago de la mente, brilla como si fuera un espejo, en el cual nos podemos reflejar sin miedo alguno. Ya no hay turbulencias, tan sólo contemplamos, lo que somos, que incluye lo que podemos ser. Es un magnífico viaje que realizamos sin necesidad de movernos del lugar. Ningún vehículo en el mundo nos llevará más lejos. Debemos saber, que los ingredientes básicos de una buena meditación, son: Una respiración serena y consciente y la atención como guía. En nuestras manos está el poderlo lograr con acierto.
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