Sabemos por nuestra experiencia diaria que, cuando nos levantamos
por la mañana con cierto optimismo, todo nos sale mejor. Incluso las malas noticias las podemos asimilar de manera más equilibrada y
con una actitud más positiva. Cuando estamos enfadados y de mal humor, hasta las cosas más bellas nos disgustan. Entonces nos
invade el descontento, la rabia, el odio hacia nosotros mismos y los demás. No estamos bien en nuestra propia piel y, asi, no podemos alergrarnos ni tan siquiera por el canto de un pájaro, ni por la sonrisa de un niño. Esto demuestra lo importante que es
poder vivir en armonía con uno mismo.
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