Estoy embelesado, escuchando el rumor que viene de
esas rocas negras y verdosas, que rompen el envite
de las olas, en la bocana del puerto, en el aire flota
un ligero aroma a sal y yodo.
Se que no soy duende, no entiendo de sortilegios
ni de milagrerías, pero seguiré a la espera, de ver
llegar la tan deseada y necesaria lluvia, sin son
enlutado.
No estoy seguro, si podré descansar entregándome
en brazos de Morfeo y en compañía de la noche
joven, pero intentaré hacerlo en silencio,al
amparo de la sombra.
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