Detrás de las artes tradicionales japonesas como la caligrafía,
el ikebana, la cerámica o los haikus, hay un mismo ideal de belleza;
el wabi sabi. Este nos enseña, que lo rugoso, lo orgánico e irregular,
desprende más belleza y autenticidad que lo uniforme.
Sin embrago, ésta filosofía va más allá de un criterio estético.
La hoja seca a punto de caer del árbol, tiene una fuerza superior, al
más elaborado jarrón de diseño, porque expresa cualidades
esenciales de la existencia. Tres verdades; "nada permanece, nada ha
terminado y nada es perfecto",
Estos fundamentos, proceden del mundo natural, el cual está lleno
de asimetrías siendo perecedero. Las flores que nacen, mueren y renacen;
los cielos siempre cambiantes; el paso de las estaciones. Los ciclos de la
vida, nos dicen que todo está en cambio permanente.
En la naturaleza, nada está completo o acabado, porque la creación se
halla en marcha y no tiene principio ni final, aquí reside su fuerza y belleza.
¿Qué sentido tiene buscar la perfección, en un mundo
imperfecto y variable?.
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