El origen de la contaminación mental, que desluce nuestra vida, reside con frecuencia en la costumbre de juzgar nuestros actos y los de los demás.
Quien juzga, termina emitiendo un veredicto, al que sigue el castigo pertiente.
Pero en éste tipo de dinámicas, el más castigado es el propio juez.
Este mal hábito,suele ir acompañado de una dependencia de las opiniones ajenas, provocando padecimientos, que no aportan ninguna ventaja, y si muchos inconvenientes.
Los pensamientos negartivos recurrentes, van asociados a un afán de perfeccionismo que oculta el miedo al fracaso.Resulta bueno, para salir del atolladero, " Buscar el éxito y no la perfección" Nunca renunciar al derecho a equivocarnos, porque perderemos nuestra capacidad de aprender cosas nuevas, y avanzar en la vida.Si nos enfrentamos a nuestros miedos siendo humanos, nos convertirermos en personas más felices y producticvas...
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