Mantener el agua entre las manos, resulta una tarea imposible a todas luces, lo mismo sucede con el cariño que ha decidido emprender el camino hacia otro lugar o persona. El amor debe disponer de libertad como el propio viento, y carecer de márgenes y orillas que lo pueda delimitar. Medirlo es casi imposible como lo es el contar las estrellas de nuestro cielo, o contar los granos de arena del desierto. Pero cuando el amor llega de modo sincero y desinteresado, es el mayor regalo que todo ser puede recibir.
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