Cuando nos enfadamos de forma desproporcionada con alguien,
es muy posible que en el fondo, estemos enfadados con
nosotros mismos, sin habernos dado cuenta...
Es el caso de algunas personas cuya agresividad encubre
un profundo sentimiento de fracaso con los objetivos vitales
que se habían trazado.
Deberíamos averiguar de donde procede la furia, ya que el
motivo aparente que la hace explotar, puede ser sólo el
detonante. El espejo revelador de la ira no sólo pone de
manifiesto la calidad de nuestras relaciones personales, sino
que también, nos muestra nuestro grado de autoestima.
La furia, es un ,médico que nos dice donde nos duele, pero
si no aplacamos lo que provoca los síntomas, -nuestra
insatisfacción e inseguridad- puede acabar con nuestras
emociones y convertirnos en una persona antisocial que
genera rechazo a su alrededor.
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