"Una persona madura, es aquella que no piensa en absolutos,
es capaz de ser objetiva en momentos de agitación emocional,
aprendió que el bien y el mal, se hayan dentro de cada persona
y en todas las cosas".
La persona inmadura se siente injustamente tratada, poco
correspondida por personas que le deben favores; interpreta
la falta de atención como una ofensa. No logra entender, que
el mundo fuera del hogar, no gire a su alrededor.
Eso, le lleva a esa distinción simplista entre buenos y malos,
de la que no se salvan algunos dirigentes políticos, que se
comportan emocionalmente, como niños con un gran poder.
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