En todos los espejos amigos míos, existe cierta
crueldad, algún que otro gozo, y una semejanza
un tanto ambigua, que nos convierte en otro tipo
de persona, brindándonos la oportunidad de
sentirnos reconciliados.
En su pulida y brillante superficie, se refleja la
vanidad, el deseo, y esas ganas de sentirnos
juez mudo, ausente, y en posesión de una
balanza inservible. También podemos apreciar,
alguna lágrima desechada, y una sonrisa recién
nacida.
Tan solo, desaparece con prontitud, ese vaho
reflejo del aliento que suele acompañar nuestras
palabras.
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