Aquello que debemos hacer de todos modos, mejor
que le pongamos buena cara. Porque, ¿de qué sirve
quejarse cuando no tenemos otro remedio que ganarnos
la vida?.
Esto no significa, que haya que tomarse el trabajo con
cierta resignación, como si fuera un castigo bíblico, se
trata más bien, de dar un sentido positivo a la actividad
que nos procura el sustento...
Sólo hay que pensar, en los cientos de miles de personas
que languidecen a la espera de un empleo.
Una actitud negativa hacia la profesión que nos ha tocado
desempeñar tiene, además, desagradables efectos
secundarios:
-Produce fatiga anticipada.
-Reduce el rendimiento laboral y la creatividad
-Predispone a la persona negativamente.
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