El error nos produce temor. También cierta vergüenza, y algo de culpa.
Bajamos la mirada y solemos reprocharnos, no haber sido capaces de acertar y escoger la opción correcta...
Desde pequeños, hemos vivido en una sociedad que premia el acierto y penaliza el error.
Cuando nos presentamos a un examen, si acertamos la respuesta sumamos, mientras que los fallos, cuentan cero.
El error para nuestro sistema educativo es estéril y vacío, nada o muy poca cosa se puede sacer el el.
Sin error no se avanza!! ¿Quién aprendió a montar en bicicleta sin caerse?.
¡Creer es aprender, aprender es equivocarse!!.
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