He muerto tantas veces sin ti
que morir una vez más
no me importa,
recogeré el muñón de mis despojos y me iré,
como un perro
en alaridos.
Duele tu ausencia,
mata, tu no beso,
hiela tu agua que ya no me toca,
pero sobreviviré sin tus doradas copas.
Sé que en otro fuego habitas,
que otras manos enredan tus cinturas,
que ya no recuerdas
el sonido de mi amor.
En la acera del adiós
tus ojos, dos cometas, me miran,
veo acercarse sus pupilas a mí
en fantasmas de remolinos,
pero su sol
luce apagado,
sus botines, hiel amarga,
destrozan todo rezago de ilusión.
Mi árbol está cansado de rezumar llanto,
por eso finjo
que tus perfumes no me importan.
La verdad es que
tus manzanos me hacen falta,
que suspiro diariamente
por sus plumas dulces
en mi almohada.
Autora Edith Elvira Colqui Rojas-Perú Derechos reservados
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