Nunca unas manos cálidas han pintado acuarelas tan bien resueltas y expresivas, con el solo uso de un pincel. Jamás el olor se había disfrazado en duende de la noche cerrada. Nunca se fugaron los besos del amanecer, llevándose el aroma de una rosa temprana. Sigue la lluvia insistente en ésta estación veraniega, por ello he decidido guarecerme a la espera de que cese, regresando a las las obligaciones contraídas. Os diré que mis ojos, no desean derramar una sola lágrima a pesar de estar siempre dispuestos a ello, cuando los embarga esa amiga la tristeza, que de cuando en cuando hace su aparición.
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