Fue entonces, cuando retozó el lamento, procedente de unas
flores quebradas por el viento,la tierra se tiño de azaleas,
incluso el magnolio, quiso redimir la solanera, con sus graciosos
y vistosos capullos de nieve roja...
¡Hasta los sauces, quisieron desprender una ligera lluvia de
azucar!!.
Las cigüeñas, desplegaron sus alas de luna, sombreando los
surcos fértiles, sembrados de mijo y azafranes...
Los cuervos, decidieron huir dispersándose por el espacio
azul celeste...
Más tarde, llegaron los duendes del amor, engalanados con
unos collares hechos con campanillas graciosas y ardientes.
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