Muchas veces me siento avergonzado de haber crecido en el mundo en que crecí. No puedo olvidar, por ejemplo saber que he tenido en mis manos montones de nidos vacíos, otros con huevos y hasta con crías que, por supuesto nos duraban vivas más que unas horas. Quisiera olvidarlo pero no puedo hacerme concesiones para vivir como si no hubiera pasado. Era normal ir a buscar nidos, sencillamente para matar el tiempo. He llegado a tener en mis manos como juguete a una hurraca o a un mochuelo que apenas me duraban vivos unos días y que mis parientes adultos me traían de la sierra de la Alfaguara como juguete. Cómo olvidar que cada vez que nos encontrábamos a un perro y una perra pegados, como decíamos entonces, nos dedicábamos a tirarles piedras o a darles patadas como si fueran un pin pan pum de una feria.
Nuestras actividades lúdicas habituales eran las de apedrear perros o romper farolas. Ese tipo de cultura me sigue torturando todavía hoy porque quisiera no haberla vivido pero no puedo evitarlo y me sigue haciendo daño saber que entonces era parte de mi normalidad.
Hasta los 25 años que salí de mi casa familiar gocé del mejor sitio en mi sala baja, que era lo más parecido a un salón. Tenía reservado el sillón y en el rincón frente a la tela para no tener que moverme. Desde los 14 años que viví en un internado ya había aprendido de sobra a buscarme la vida y a resolverme mis problemas, pero en cuanto llegaba a mi casa, allí me esperaba mi estatus de nene completamente intacto. Jamás hice una faena de la casa porque vivía con tres mujeres, aparte de mi padre cuyo trabajo nos mantenía a todos, que nunca me lo hubieran permitido porque antes de que pudiera desear alguna atención, allí estaban ellas para resolverlas porque esa era su obligación. Creo que es la primera vez que lo estoy escribiendo con la crudeza elemental con que hoy lo vivo. Me siento avergonzado de haber estado tan ciego pero no puedo borrar lo que pasaba y era así. Sólo empecé a ser consciente de tanta injusticia fuera de mi casa.
Hoy que vivo solo después de haber pasado por algunos desencuentros y de no haber sido capaz de estabilizar mi vida con ninguna de mis compañeras creo que soy una persona incapaz de asumir mis frustraciones infantiles de las que no me puedo librar. Creo que cualquiera de las compañeras de vida con las que he vivido eran personas mucho más maduras que yo para la convivencia pero mi necesidad de afirmación personal me ha superado siempre y hasta el momento he sido incapaz de vivir por mí solo. Todavía no puedo evitar que Rosa venga una vez a la semana y mantenga el apartamento en el que vivo con una cierta limpieza aunque ya domino algunos aspectos, comida, lavadora..., de mis necesidades. La relación con mi hijo y con mis dos hijas ha alcanzado unas ciertas dosis de normalidad. ahora que todos somos adultos, pero nunca ha estado exenta de tropiezos y de incomprensiones. Las dosis de humildad que he ido introduciendo en mi vida han sido a base de cincel y martillo porque el machito nunca muere y saca la cabeza a la primera de cambio.
El día 8 de marzo aceptaré una vez más la humillación que significa reconocer que la reclamación social de igualdad que espero que llene las calles tiene que seguir imponiéndose por razón de justicia social y porque nadie somos menos que nadie. No me siento desgraciado en absoluto. Al contrario. Cada vez me siento más en paz conmigo mismo. He sido incapaz, por ejemplo, de vivir en pareja y siento ese vacío y esa carencia, pero mi vida está llena de amores importantes: la educación, la lectura, mis hijos, este blog..., y el empeño de que todas las personas debemos ser iguales en dignidad que se va a quedar conmigo hasta mi muerte. Sé que no es suficiente porque las deficiencias tradicionales son muy fuertes pero la voluntad de conseguirlo es un empeño limpio y honesto. Creeré en la igualdad cuando un niño pueda ir, si quiere, con falda por la calle y todo el mundo lo acepte con normalidad.
Comentario
me acuerdo de algunas
que pena vi a un vecino cortarle los genitales (las bolitas )
porque preñaba alas perras
vi otra botar los perritos que no queria
algo bueno sacamos de eso es que no lo hacemos y no permitimos que nadie lo hago
pero mi vida está llena de amores importantes: la educación, la lectura, mis hijos, este blog..., y el empeño de que todas las personas debemos ser iguales
palabras mayopres Antonio
REflexiones que nos hacen mirar la vida en su verdad,felicidades amigo.
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