Os diré que procuro no sentir el vacío del alma. Tus ojos, tu
cálida boca y encanto personal ofrecen color y templanza a
mi vida. Deseoso me encuentro, de poder disipar la esperanza
incierta. Hoy con igual gozo de un niño al que le han regalado
su juego preferido, he salido a la calle, desnudo de palabras,
con la intención de encontrar el resplandor de lo divino.
Hechizado me encontré al llegar la noche, rodeado de sombra.
Está claro que no deseo naufragar en el mar de las tinieblas.
Sigo extasiado por tu ausencia, espero tu pronta visita para
verme enredado en la luz dorada de tu risa, y encontrarme
de nuevo con el sabor clementino de tu encanto.
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