Allí estaba ella, la contemplé anclada y escorada a estribor.
Se mantenía pacientemente a la espera de la subida de la marea, para partir de nuevo con la alegría acostumbrada, a su añorado y sutil balanceo..
La observo una vez más en su peculiar descanso, mientras rememora sus vivencias, mirando el suave devaneo del incipiente oleaje con cresta de espuma blanca..
En su ánimo, persiste la idea de partir para surcar el lugar de sus sueños, donde el mar, se muestra embravecido, y tan solo el cielo, le sirve de cobijo..
Cuando llegó el esperado momento de la partida, me limité a contemplarla con serenidad, viendo como en poco tiempo, se confundía en el horizonte, entre el cielo el mar y los deseos..
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