La mañana se muestra tranquila pero helada, no en vano, estamos en
plena estación invernal, tanto es así, que al salir al exterior,
el frío ha llegado a colonizar mi despejada frente..
El reloj, de forma incansable, sigue engullendo el tiempo, y las
paredes de mi habitación continúan conservando la estructura
geométrica rectangular, sin ánimo alguno de alterarla..
Miro por la ventana del salón, y aprecio en la lejanía, una
pequeña montaña, cuya cima parece lamer unas pequeñas
nubes de aspecto algodonoso.
Al llegar el mediodía, el sol, decide entonar su himno
de fuego, mientras el viento de levante, sopla impregnado de
humedad, rescatada del mar cercano...
Presiento, que la distancia viajó hasta éste lugar
incitándole a emitir canciones que alegren el momento,
combatiendo el silencio reinante
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